El coachee como responsable de su vida y listo para el cambio.
En general, las personas que buscan ayuda o acompañamiento creen que la fuente de sus problemas reside en su entorno, en los demás, en el exterior. Entonces buscan a un coach considerándolo como la solución del nuevo exterior.
El acompañamiento que buscan se convierte simplemente en una muleta de la que esperan apoyo, fuerza, el sustituto a las carencias y lagunas que tienen. Estas personas confunden coaching y consejo. En efecto, poca gente es consciente del hecho de que lo que viven está bajo su propia responsabilidad, de su historia personal, de sus elecciones y sus reacciones ante los acontecimientos de la vida.
Es entonces cuando el cliente debe aceptar que se está produciendo un “cambio “ en él. En el lenguaje corriente, llamamos cambio a las transformaciones y las mutaciones constantes del mundo que nos rodea y a los esfuerzos que hacemos para adaptarnos a ellas. El cambio expresa nuestra facultad de adaptación. En el lenguaje del coaching el cambio corresponde al camino que va de una situación dada (a menudo problemática) hacia otra situación (más deseable) que comporta nuevas soluciones. El cambio expresa, en este caso, nuestra consciencia de mejorar.
En coaching llamamos “zona de confort” a esa área de nuestra vida y de nuestro entorno con la que nos sentimos cómodos, protegidos, tranquilos y a gusto. Es ese lugar donde nadie nos puede atacar, donde no tenemos que esforzarnos, ni tenemos que luchar. Es, realmente,nuestra zona confortable.
Resulta que cuando nos hacemos un propósito o intentamos cambiar un hábito malsano, tenemos que desplazamos fuera de nuestra zona de confort, aunque no por mucho tiempo (si no lo impedimos), ya que nuestro regulador mental hará lo imposible para que volvamos a donde estábamos y antes de que nos percatemos habremos olvidado nuestras buenas intenciones y habremos vuelto a la rutina de siempre.
Es por esta razón que nos resulta tan difícil cambiar lo que queremos cambiar.
Un deseo, al igual que un propósito o una promesa, nos desplaza fuera de nuestra zona de confort. Si queremos que un deseo, propósito o promesa se haga realidad, tendremos que ajustar nuestra zona de confort para acogerlos. Si no lo hacemos, tarde o temprano renunciaremos a ellos y volveremos a nuestras viejas rutinas.
Cuando realizamos cualquier tipo de modificación en la zona de confort, es importante recordar que el propio proceso de cambio es incómodo. Sentimos un malestar, podemos llegar a pensar que algo va mal, pero más bien se trata de todo lo contrario. La incomodidad nos indica que hemos ido más allá de lo que estamos acostumbrados. Intentamos crear algo con lo que no nos sentimos a gusto porque deseamos sentirnos a gusto con ello.
Estamos cambiando nuestro antiguo ser en una dirección que, a largo plazo, producirá una persona nueva y mejor. A este proceso se le llama “desarrollo”.
El coaching está abierto a todos aquellos que admiten que el cambio es útil y que conciben que más vale ser actor que víctima.
El cambio acompañado permite a la persona movilizarse alrededor de una nueva dinámica, de nuevos medios y de nuevas misiones.
Las cuatro etapas del aprendizaje.
El aprendizaje de una habilidad tiende a seguir cuatro etapas generales. Mientras lees estos párrafos, piensa de qué manera el aprendizaje de una habilidad como la de conducir encaja en este marco: